Enseñar tiene algo especial. El hecho de trasmitir un concepto a otra persona tiene algo mágico. Ya sea a un hijo, un alumno o un amigo; mostrar, exponer y explicar algo tiene una connotación seria y profunda. Es como sembrar una semilla en su cerebro y observar como va germinando.
Y no todo el mundo sabe hacerlo, no todo el mundo vale para ello, pero la recompensa al hacerlo y hacerlo bien puede ser enorme. El éxito de cualquier profesor, en cualquier disciplina, reposa en ver en sus alumnos una evolución, en comprobar que tu pasión ha calado en ellos … por estas razones, enseñar debe ser una responsabilidad tal y como comentaba en este otro artículo.
Pero, y aquí la razón de este pequeño artículo, cuando descubres que lo que estás enseñando llena y fascina tanto a tus alumnos como a ti mismo es cuando te das cuenta que todo ese esfuerzo por transmitir ha merecido la pena.
¿Cual es tu opinión? ¿Te llena tanto a ti como a tus alumnos tus enseñanzas?