La relación entre al alumno y el maestro es algo maravilloso. Si el ecosistema lo permite, y mas adelante veremos a que me refiero con esto, entre estos dos entes se puede crear un vinculo muy interesante y productivo. Respeto, compromiso, complicidad, dedicación, etc … todo ello en dosis elevadas y por ambas partes, puede llegar a crear una situación que podríamos calificar como «mágica».
Toda relación es cosa de dos, las dos caras de una misma moneda y ambas partes deben estar no solo implicadas, sino también bien sincronizadas. De no ser así el ecosistema queda desequilibrado, descompensado y la «magia» a la que hacía referencia antes se atenúa o directamente desaperece.
En otros artículos he mencionado de forma acentuada como el profesor, instructor o maestro trata de incentivar al alumno. Esto es un aspecto muy interesante pero insuficiente por si solo. Como todo en la vida, hay un Ying y un Yang, o como cita la física, toda acción requiere una reacción … y esto no es una excepción. Es en esta pequeña reflexión personal donde quiero llevar el foco de atención, ya que muchas veces pecamos en exceso en nuestros derechos y dejamos un poco de lado los deberes.
El alumno, que es el foco sobre el que quiero centrarme, no es un ente pasivo que viene a recibir información, la procesa, asimila lo que puede y después se va,. ¡No es un autómata! Por contra, es un sujeto que al igual que el maestro debe estar implicado y comprometido al 100%. ¡Él es el máximo responsable! Y repito, el alumno es el máximo responsable de su formación su desarrollo como artista marcial.
Y podemos preguntarnos, ¿a dónde queremos ir con todo esto? Me explico: Bajo mi punto de vista y en muchas ocasiones, no se trata de que la relación entre maestro y alumno sea puramente comercial, sino de crear algo mucho mas profundo. Este hecho en una cultura oriental tiene fuertes implicaciones y está muy arraigado socialmente, pero en occidente somos muy distintos. Esa conexión entre maestro y alumno puede ser todo lo profunda que uno desee. En mi humilde opinión no hay límites, solo se trata de que ambas partes conecten y se forme un lazo duradero.
Pero claro, ¿cómo potenciamos esto, cómo regamos esa semilla para que germine? Un primer paso, el mas inmediato y evidente de todos es en base a nuestro comportamiento en el Dojo. Al fin de cuentas, ahí surge todo, ¿no? Estar al 100%, centrarte y dar lo mejor de ti debería ser el inicio de todo. Pero cuidado con la razón de porque hacemos esto, no se trata de intentar contentar al profesor, instructor o maestro, sino para crear un ambiente y ecosistema adecuado del que podamos nutrirnos todos.
La buena voluntad es algo inherente a los humanos y siempre se pueden crear gestos, mostrar actitudes, ofrecer intenciones que favorezcan la colaboración y se desarrolle el ecosistema que comentaba anteriormente. Por otro lado también hay que ser agradecido por lo que tienes, por lo que haces y por lo que te ofrecen. Nosotros por nuestra parte lo mínimo a hacer desde este espacio es agradecer a nuestro maestro Osamu Aoki todo su esfuerzo y dedicación para con todos nosotros. Para todos ha sido y es un faro en nuestro camino de progresión dentro del arte marcial
Esto ultimo, nos lleva a la idea de que podemos verlo como un trabajo en equipo, si yo pongo toda mi intención y actitud en mejorar, el maestro también estará en su obligación de ofrecer una mejor versión si mismo. Y esto nada tiene que ver con pedir y obtener, o querer y exigir, etc. Se trata de trabajar todos en conjunto para un bien común, mucho mas allá del beneficio individual.
Como es obvio, y la imagen de la entrada lo refleja de forma muy gráfica, todos crecemos y por tanto envejecemos. Aquí, el maestro que en su día te llevó de la mano, que te ofreció su sabiduría y herramientas personales para tu crecimiento, llega un momento en el que también tendrá necesidades o necesitará ayuda en determinados aspectos … y ahí es donde debe salir a flote mas que nunca el respeto y compromiso de su alumno.
En todo esto puede haber incluso una vuelta de tuerca mas, el paso de alumno a discípulo. Algo mucho mas profundo y lejano, quizás más propio de otra época y del que puede quizás en otro momento hablemos de ello.
Oss