Aún a día de hoy recuerdo con mucha ilusión el primer día en el que me inicié en este apasionante mundo del Karate Do. Joven y con todo un arte marcial por descubrir y madurar.
Ese primer dia fue apasionante, pero el momento en el que algo resonó dentro de mi cabeza fue cuando vi por primera vez en mi vida una clase de cinturones negros. Aquello si que fue un chispazo, de esas situaciones en las que te quedas con cara de tonto y piensas «yo quiero eso».