La figura del maestro

Desde que nacemos estamos absorbiendo información. Sobre todo en los primeros años de vida somos como esponjas que devoran todo tipo de estímulos del exterior. Todo nos genera curiosidad, queremos conocer descubrir, etc. Esto en si mismo es un proceso increíble y maravilloso, pero esa exploración no suele ser en solitario.

Existe una figura siempre presente que nos orienta, no ayuda, nos lleva de la mano y nos tutela en todo proceso de crecimiento. Esa es la figura del maestro. No necesariamente es una única persona, ya que los ámbitos de desarrollo personal son muchos y muy variados. O incluso dentro de un mismo campo, como podría ser al arte marcial, pueden convivir distintos maestros que te marquen en tu camino a lo largo del tiempo y en las diferente fases de tu evolución como artista marcial.

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El respeto y el compromiso del alumno

La relación entre al alumno y el maestro es algo maravilloso. Si el ecosistema lo permite, y mas adelante veremos a que me refiero con esto, entre estos dos entes se puede crear un vinculo muy interesante y productivo. Respeto, compromiso, complicidad, dedicación, etc … todo ello en dosis elevadas y por ambas partes, puede llegar a crear una situación que podríamos calificar como «mágica».

Toda relación es cosa de dos, las dos caras de una misma moneda y ambas partes deben estar no solo implicadas, sino también bien sincronizadas. De no ser así el ecosistema queda desequilibrado, descompensado y la «magia» a la que hacía referencia antes se atenúa o directamente desaperece.

En otros artículos he mencionado de forma acentuada como el profesor, instructor o maestro trata de incentivar al alumno. Esto es un aspecto muy interesante pero insuficiente por si solo. Como todo en la vida, hay un Ying y un Yang, o como cita la física, toda acción requiere una reacción … y esto no es una excepción. Es en esta pequeña reflexión personal donde quiero llevar el foco de atención, ya que muchas veces pecamos en exceso en nuestros derechos y dejamos un poco de lado los deberes.

El alumno, que es el foco sobre el que quiero centrarme, no es un ente pasivo que viene a recibir información, la procesa, asimila lo que puede y después se va,. ¡No es un autómata! Por contra, es un sujeto que al igual que el maestro debe estar implicado y comprometido al 100%. ¡Él es el máximo responsable! Y repito, el alumno es el máximo responsable de su formación su desarrollo como artista marcial.

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