Aún a día de hoy recuerdo con mucha ilusión el primer día en el que me inicié en este apasionante mundo del Karate Do. Joven y con todo un arte marcial por descubrir y madurar.
Ese primer dia fue apasionante, pero el momento en el que algo resonó dentro de mi cabeza fue cuando vi por primera vez en mi vida una clase de cinturones negros. Aquello si que fue un chispazo, de esas situaciones en las que te quedas con cara de tonto y piensas «yo quiero eso».
A partir de ese momento pones toda tu ilusión el llegar a esa meta. Tu objetivo es conseguir el cinturón negro y no pararás hasta lograrlo. Obviamente hablo de mi experiencia, pero estoy seguro de que muchos de los que podéis estar leyendo esto habréis tenido vivencias similares.
Por lo tanto trabajas duro, entrenas de forma constante, te presentas al examen y por fin llegas a obtener tu flamante grado de cinturón negro primer dan. A partir de ahí pasas al siguiente nivel, pero lejos de creer que has llegado a una meta final te das cuenta de que vuelves a empezar, que no es mas que un objetivo intermedio y que lo realmente fascinante comienza ahora. En ese momento ya no eres un principiante, tienes cierta experiencia y estás avanzando en tu formación como karateka, pero la conclusión es nítida, «esto no acaba aquí, sino que acaba de comenzar».
Kihon, kata, kumite, bunkai … variantes y mas variantes se abren ante ti y de nuevo todo esta por hacer, desarrollar y madurar. Como cuando empezaste con tu cinturón blanco vuelves a sentir la ilusión de empezar de nuevo y ves un amplio camino por recorrer.
Pero el arte marcial es para toda la vida, ¿no?, y ser karateka es un proceso en el que nunca dejaremos de aprender y desarrollarnos como artistas marciales. Todos sabemos cuando empezamos, yo mismo acabo de relatarlo en los párrafos anteriores, pero el final de recorrido no está tan claro. En mi opinión, creo que no hay final por la razón antes expuesta, siempre hay algo que mejorar o descubrir.
Y una vez que eres cinturón negro tienes tu propia evolución, otros grados, competiciones, cursos con grandes maestros. Y aquí es donde quería llegar. Si antes relataba que la primera vez que vi una clase avanzada en el Dojo me quede fascinado, el día que tuvimos la oportunidad de entrenar con el Maestro Aoki, máximo de JKA Spain y Aoki Bioenergía & Karate School, volví a sentir una sensación similar.
Tienes ya unos años de experiencia y en cierto modo crees que sabes mucho, pero es en el momento que entrenas con un gran maestro, como es el Sensei Aoki, cuando te das cuenta lo que queda por descubrir. Recuerdo con especial cariño aquel curso en Bermeo el 10 de Julio de 2004, y cuya foto encabeza este articulo, porque una vez mas marcó un antes y un después. ¡Aquí de nuevo volvimos a empezar!
Ahora visto con perspectiva, me doy cuenta de que en aquel momento no entendimos mucho, mas bien poco, pero la sensación y el mensaje fue claro. Se abrió ante nosotros una puerta que mostraba un largo camino por recorrer. No era una cuestión de este kata o técnica es de esta forma u otra, lo que vimos en ese curso era como utilizar todo tu cuerpo haciendo karate.
A día de hoy seguimos firmemente esa línea y las enseñanzas del maestro Aoki con el que entrenamos siempre que tenemos ocasión, pero lo que quiero trasladar con este pequeño resumen de mi experiencia es que los karatekas estamos en constante evolución y a media que avanzamos y logramos un objetivo se planta ante nosotros el siguiente, como si de una carrera con infinitas etapas se tratase.
¡Tu opinión me interesa! Si no te ha aburrido parte de mi historia me encantaría que la compartieses en redes sociales y que me comentases los puntos de inflexión que te han marcado en tu experiencia como karateka.
¡Oss!