Perfecto o Impecable

La perfección es enemigo acérrimo de lo práctico del mismo modo que es mejor ser eficiente que perfecto. Puede parecer algo trivial pero si te observas en tu día a día podrás encontrar aproximaciones directas a estas dos frases dentro de tus rutinas. Es muy positivo y necesario querer avanzar y evolucionar, pero como siempre hay que usar la cabeza y ser inteligente en el proceso. Es una cuestión de equilibrio.

La perfección puede ser obsesiva y mucho en algunas ocasiones. Como decía antes, tener ese ímpetu por lograr algo es muy positivo a la vez que un claro elemento tractor. Ahora bien, si cruzas un determinado umbral, no definido por nadie sino totalmente subjetivo y personal, la obsesión por dicho avance futuro creará un efecto totalmente contrario, o dicho de otro modo, creerás que avanzas cuando en realidad sigues en el mismo exacto lugar. Parálisis por análisis dicen …

En el caso de artistas marciales, pero obviamente también aplica a otras áreas, esa supuesta perfección no es mas que una quimera, una ilusión que de alguna forma es inalcanzable. Es como el burro corriendo detrás la zanahoria. Por tanto, la búsqueda o mejor dicho la persecución de dicha perfección puede llegar a bloquearte. Por otro lado, piensa por un instante que sentido tendría llegar a esa ansiada perfección, ¿para que? ¿que harías después una vez lograda? ¿lo consigues y ya puedes descansar? fíjate por un minuto en lo perniciosas que son dichas preguntas porque te sacan de una plumazo del foco del momento y del disfrute del avance que buscas.

No todo está perdido, en realidad siempre hay esperanza y una manera de re enfocar las cosas y las situaciones pero requerirá de salir de la zona de confort y cambiar aspectos de tu procedimiento y/o rutina diaria. En lugar de buscar esa supuesta perfección debemos establecer una posición intermedia que nos permita seguir adelante sin renunciar a la excelencia. Podemos fijarnos por un  momento que se ha mezclado en el mismo párrafo «perfección» con «excelencia», que pueden parecer sinónimos pero hay profundas diferencias.

Bajo mi punto de vista un trabajo perfecto no existe, no es medible porque todo en susceptible de mejora, y mas aun en el mundo del arte, de cualquier tipo arte y/o proceso creativo. Por esa razón reflejaba hace unos párrafos que es una quimera. En contra de este paradigma tenemos la excelencia que es desarrollar tu mejor versión, entregarte en cuerpo y alma para dar lo mejor de ti mismo en cada momento. Se llama Impecabilidad o realizar un trabajo impecable.

Tu nivel como artista marcial, tus capacidades, tu dominio del cuerpo, tu forma física son las que son en ese momento. Ese es tu punto de partida y sobre él debemos trabajar con ahínco, sin obsesionarnos y por supuesto sin buscar la perfección. Tu mal mencionado nivel de perfección es tu grado de excelencia en lo que haces y como lo haces, tu nivel impuesto de autoexigencia y el trabajo duro y profesional que realizas cada dia para lograr un resultado impecable. 

Y en este planteamiento podemos encontrar infinidad de ejemplos, pero hay uno que me resulta especialmente interesante y puede ayudar a «aterrizar» todo esto. Pongamos el ejemplo un Karateka que en su última competición se lesionó una mano. Él no está ni mucho menos al 100%, incluso se considera lejos de esa supuesta perfección, pero puede aprovechar el tiempo para potenciar otras áreas en las que si puede entregarse a fondo. Puede trabajar el físico, la explosividad, la estrategia, la elasticidad, etc. Las posibilidades son infinitas porque siempre hay algún margen de mejora y como instructores que somos, debemos ser lo suficientemente creativos para poder diseñar ese trabajo específico.

En ese proceso de autoexigencia, de impecabilidad, es donde avanzas y logras superarte a ti mismo, quizás no en todos los frentes a la vez, pero el camino se hace paso a paso y poco a poco. Y lo que es mas importante, no te comparas con nadie mas que con una versión anterior de tu propio desempeño. Ahí se evapora el concepto de perfección porque la referencia no es otro karateka, sino tu mismo. Si bien hay que señalar que trabajar de esta forma es duro y exigente pero da resultados. Lo contrario seria ser simplemente mediocre.

Todos debemos cambiar nuestro enfoque, cada uno en su ámbito personal y tratar de transmitirlo a las personas sobre las que puedas tener alguna influencia, como por ejemplo tratar de transmitir esa búsqueda de la excelencia tus alumnos o a tus hijos en todo lo que hagan. Si no te esfuerzas buscando una mejora de cualquier índole,  van a ocurrir dos cosas con total seguridad, la primera es que no avanzarás y la segunda es que habrás perdido tu valioso tiempo. Decía Yoda «Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes».

Finalmente depende de cada uno autoanalizarse y ser sincero consigo mismo, ¿realizas una trabajo impecable en tu Dojo y/o con tu vida?

¡Un abrazo!

Deja un comentario